La soledad en la España vaciada necesita una respuesta
Seguramente, en algún momento dado todos nos hemos sentido solos. Durante la vejez también pueden surgir estos sentimientos de soledad, indeseados y desagradables. La soledad es una experiencia individual y subjetiva que puede ocurrir en cualquier etapa del ciclo vital. Es común que se asocie la soledad a la vejez, ya que, de modo general, las personas mayores suelen estar más expuestas a situaciones que favorecen la disminución de sus redes de apoyo social y el aumento del aislamiento social.
Con el paso de los años, son inevitables las pérdidas: de seres queridos, del trabajo, de la salud. La viudedad es una realidad frecuente en las etapas más avanzadas de la vida, afectando principalmente a las mujeres mayores. La jubilación, el deterioro de la salud y la institucionalización son otros eventos que contribuyen a un mayor aislamiento social y pueden favorecer la aparición o el aumento de los sentimientos de soledad.
Según los datos del Instituto nacional de estadística (INE) correspondientes al año 2018 más de 2 millones de personas mayores de 65 años viven solas en España. Son casi la mitad de los 4,7 millones de hogares unipersonales. De ellos, más de 850.000 tienen 80 o más años y la gran mayoría son mujeres, 66200.
Los estudios dicen que la población de personas mayores de 60 años en Salamanca ronda las 52000 personas, de las cuales 18.000 viven solas. Una parte de estas personas viven en los pueblos en los que a su vez hay una mayor escasez de servicios de todo tipo, psicosociales, de salud, infraestucturas, etc. Esto deja a las personas mayores, de la zona rural, que viven solas en una situación de precariedad importante por lo que se hace necesario dar respuesta a esta problemática desde las diferentes entidades, asociaciones e instituciones implicadas en el bienestar y la salud de las personas mayores.
Hay que dar respuesta a esta situación que no solo genera dificultades a nivel físico, mental y social a los implicados y a sus familiares, sino que repercute en todo el tejido social y comunitario a nivel psicosocial y económico al generar incapacidad y discapacidad. Tenemos que trabajar para que las personas mayores de los pueblos de Salamanca sientan que no están solas, que no se les ha abandonado a su suerte, y que pueden mejorar su calidad de vida y su autonomía. Las posibilidades de vivir solos son mayores si existe una buena red de apoyo, unas buenas condiciones de la vivienda y comunitarias, así como condiciones económicas suficientes.
Hemos de intervenir con la persona para facilitar la superación de la situación de soledad y que sea capaz de gestionarla. Es de suma importancia el trabajo a nivel emocional con el sentimiento de soledad, se trata de poder compartir vivencias y estados afectivo-emocionales. Como he apuntado anteriormente la viudedad es un factor de riesgo muy importante, no en vano el duelo en muchos casos no ha podido ser elaborado a nivel afectivo-emocional (no se ha encontrado ni el espacio, ni el ambiente adecuado) lo que lleva a una mayor necesidad de visitas al médico y posiblemente a una toma de medicación que no resuelve nada, sino que más bien lo enquista y por tanto la necesidad de medicación se hace crónica, con todos los efectos colaterales que esto tiene para la persona y para los recursos económicos, sociales y sanitarios.
Por tanto no solo se trata de compartir actividades y obtener los recursos instrumentales adecuados, que no es poco, sino de tener un espacio donde compartir vivencias, afectos y sentimientos para poder gestionar mejor la soledad. No podemos, ni debemos olvidar que la soledad está relacionada con un mayor índice de depresión, con fumar y beber más, hacer menos ejercicio y descuidar más la alimentación e incluso la higiene. También es muy importante una intervención comunitaria dirigida a restablecer las redes sociales que han desaparecido o crear unas nuevas. Por último es imprescindible una labor de sensibilización para que la soledad deje de ser un problema.
Son los mayores los primeros que han de ser activos a la hora de movilizar al conjunto de la población en la mejora de las condiciones de vida en las zonas rurales de la provincia de Salamanca, ya que son los que más sufren el aislamiento y olvido por parte de todos los organismos e instituciones implicados en su bienestar. Este aislamiento y olvido ha generado en dicha población una enorme indefensión, resignación e impotencia, cuestiones que actualmente están influyendo en su pasividad (“total para que, si va a ser más de lo mismo; si muy buenas palabras, pero ningún hecho”).
Son muchos los años y las experiencias vividas en las que nuestros mayores no se han sentido más que moneda de cambio para conseguir determinados objetivos que al final no repercutían en mejores condiciones de vida para ellos. Por tanto, debemos comprometernos desde los diferentes organismos y agentes sociales en su movilización, pero también en nuestro apoyo a sus reivindicaciones para una mejora de sus condiciones de vida.
Muchos son los sufrimientos y lucha contra las adversidades que nuestras generaciones de mayores han tenido que vivir y mucho, por tanto, lo que podemos aprender de ellos respecto a valores como el esfuerzo, el respeto, la compasión, la solidaridad, etc. No podemos permitirnos dejarlos de nuevo solos y aislados ante las adversidades y dificultades que la nueva sociedad demanda, porque si bien es cierto que ellos han de ser activos en la mejora de sus condiciones de vida si desde el resto de los agentes sociales no nos movilizamos en esa dirección la frustración, resignación, impotencia e indefensión de nuestros mayores se acrecentará aún más con las tristes consecuencias de que serán cada vez mayor carga (económica, social, sanitaria, etc.) para la sociedad y, lo más duro, para ellos mismos; por lo tanto, al final perdemos todos.
Lo anterior nos lleva a la importancia de que los mayores se sientan escuchados en sus inquietudes, preocupaciones, necesidades e intereses, al menos esto contribuirá a que no se sientan solos, abandonados, indefensos y resignados. Hemos de recuperar la confianza de ellos en las instituciones y los agentes sociales y viceversa trabajando codo con codo para mejorar sus condiciones de vida a todos los niveles y para ello hace falta la implicación de todos los organismos públicos y privados que están relacionados con su bienestar.
Es la despoblación de nuestros pueblos uno de los factores más influyentes en la soledad y aislamiento de nuestros mayores, no en vano debido a esta cada vez se reducen más los servicios sociales, sanitarios, económicos, etc. lo que influye en que están peor atendidos y en que no tengan esperanza en un futuro mejor.
Se está produciendo una enorme brecha y desconexión entre la zona rural de nuestra provincia y la ciudad, lo que está incidiendo en esta despoblación de la que hablamos y en el aislamiento de los pueblos de nuestra provincia. Vivimos en la era de Internet y las redes sociales, también de avances y progresos en medios de transporte, en la investigación, en sanidad, etc. y sin embargo cada vez los pueblos están más “desconectados” e “incomunicados” y si no se hace algo los pueblos desaparecerán y con ellos un enorme acervo cultural, social y de experiencias que tienen que ver con valores que no se deberían perder nunca.
Esperemos que esta carrera desenfrenada hacia ninguna parte no tenga que lamentar lo que dejo por el camino, pues precisamente lo que nos ofrecen y pueden dar los pueblos tiene mucho que ver con aquellos valores humanos más relacionados con la generosidad, la compasión, la solidaridad, la colaboración, etc. todos ellos valores que sería bueno que se “conectaran” con esas partes de la sociedad que están más interesadas en el individualismo, en el progreso desenfrenado y salvaje, inconsciente de las necesidades del planeta, del clima, de los demás seres humanos…
Probablemente un mestizaje entre los valores que los pueblos mantienen y el progreso al que las ciudades se han adscrito sería una buena manera de trabajar para un futuro mejor y más igualitario para todos, tanto aquellos que desean y quieren vivir en nuestros pueblos como para aquellos que les encanta y disfrutan de estar en la ciudad.
ALGÚN DÍA TODOS (¡¡¡ OJALÁ !!!) SEREMOS MAYORES Y NECESITAREMOS LOS MEJORES SERVICIOS POSIBLES PARA VIVIR EN LAS MEJORES CONDICIONES POSIBLE
José González Guerras Psicólogo y Psicoterapeuta
Director Centro Psicológico Self.