Necesidad de la filosofía y la perspectiva intersubjetiva en nuestro contexto socio-cultural

Cuando muere un ser querido es difícil aceptarlo, ayudar a la persona a hablar de la pérdida y las circunstancias que rodearon la muerte es el primer paso para aceptar esta dolorosa realidad.

A veces no es fácil afrontar las emociones que surgen como la angustia, la ira, la culpa, la tristeza, la soledad, etc. Ante esta dificultad en afrontar las emociones podemos intentar negar la realidad, no sentir, etc. evitando los pensamientos dolorosos, idealizando al muerto, usando drogas legales o ilegales, etc.

Ayudar a la persona a seguir su vida sin el fallecido, encontrando un nuevo sentido de sí mismas y del mundo es un objetivo muy importante; para ello puede tener que asumir roles a los que no estaba acostumbrada, desarrollando nuevos recursos y habilidades, reconociendo, validando y valorando su esfuerzo y trabajo.

Con el paso del tiempo encontraremos un lugar adecuado en nuestra vida emocional para el fallecido, un lugar que nos permita continuar viviendo plenamente, podemos estar vinculados con el fallecido, pero de un modo que no nos impida continuar viviendo.

Debemos tener en cuenta que todo duelo conlleva una serie de manifestaciones tanto a nivel de sentimientos (tristeza, enfado, culpa y autorreproche, ansiedad, soledad, etc.) como de sensaciones físicas (opresión en el pecho, vacío en el estómago, sensación de despersonalización, falta de aire, falta de energía, etc.) de cogniciones, pensamientos (incredulidad, confusión, preocupación, etc.) y de conductas (trastornos del sueño, aislamiento social, soñar con el fallecido, suspirar, llorar, etc.).

¿CÓMO PODEMOS AYUDAR AL SUPERVIVIENTE?

  • Haciendo real la perdida, hablando de ella y de las circunstancias que la rodearon: ¿Dónde ocurrió la muerte? ¿Cómo ocurrió? ¿Quién te lo dijo?, etc. Hemos de entender que poder hablar de todo esto nos ayuda a aceptar la realidad.
  • Ayudarle a identificar y experimentar sus sentimientos.
    1. Enfado
    2. Culpa
    3. Ansiedad e impotencia.
    4. Tristeza
  • Ayudar a vivir sin el fallecido. Que pueda ir afrontando las dificultades que la vida depara, tomando decisiones en el día a día. Tal vez en estos momentos no es bueno tomar decisiones que supongan cambios importantes en su vida.
  • Ayudar a encontrar significado. El proceso de encontrar este significado puede ser tan importante o más que el significado que se encuentre. El poder encontrar significado a un mundo que ha cambiado para la persona puede ser más importante que el contenido con el que se satisface esta necesidad.
  • Facilitar un lugar emocional al fallecido sin intentar sustituirlo rápidamente para no sentirse solo, para no sentir el dolor, el sufrimiento, etc.
  • Por tanto, es importante “darse tiempo para elaborar el duelo”.
  • Normalizar experiencias, como: preocupación por el fallecido, sensación interna de aturdimiento e incluso alucinaciones ya que algunas personas al sentir esto piensan que se están volviendo locas y en estos momentos son experiencias normales.
  • Cada persona tiene su particular y singular forma de vivir el duelo. Hacérselo entender a la familia.
  • Qué defensas y estilos de afrontamiento utiliza. Por ejemplos sin son para anestesiarse, o escaparse como el uso y/o abuso de drogas legales o ilegales o por el contrario son defensas y estilos de afrontamiento más sanos y eficaces.
  • Identificar si hay patologías o el duelo puede convertirse en patológico para derivar a los profesionales de la salud mental.

 

FRASES QUE NO AYUDAN Y QUE SON HABITUALES

  • Sé cómo te sientes.
  • Sé un muchacho valiente.
  • Tienes que ser fuerte.
  • Resistirás bien.
  • Esto acabará pronto.
  • Intenta distraerte
  • Los niños son pequeños, no se acordarán de nada.
  • Esto te hará ser mejor persona
  • Sé cómo te sientes. Mi…murió hace…
  • Recuerda que hay personas que están peor, etc.

 

PALABRAS QUE AYUDAN

  • Siento mucho lo que estás pasando.
  • No tengo palabras para expresar lo que siento.
  • Sé que cada día es un esfuerzo, ¿verdad?
  • Aquí tienes mi teléfono; llámame si necesitas hablar con alguien. Si no me llamas, ¿puedo llamarte yo?
  • No puedo imaginar por lo que estás pasando
  • ¿Quieres salir a tomar algo?
  • Ten por seguro que estaré a tu lado.
  • ¿Puedo hacer algo por ti, cocinar, algún recado?
  • Cuenta conmigo para lo que necesites, también para hablar si quieres, o para distraerte. Lo que te vaya mejor, etc.

José González Guerras Psicólogo sanitario y Psicoterapeuta

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